"¿Felicidad?".
Hace unos días que se me viene esta idea a la cabeza cuando anochece. Asi, tal cual, un interrogante enorme.
No sé porqué a esa hora, la verdad,... tal vez porque sea porque sea el momento en que las ideas del día ya han macerado lo suficiente. Quizá sea porque por las noches todo se ve más grande, sobre todo lo que nos duele. O tal vez porque es el instante en que la boca de mi estómago, mi corazón y mi cabeza entran en una cierta simbiosis extraña, los chacras se alinean .... órganos al fin y al cabo, que por unos segundos llegan a confundirse.
No lo sé, da igual.
La historia es, en cualquier caso, que cada vez que esa idea me vuelve a la cabeza me parece más injusta. Injusta para tí, para mí, respecto a nosotros, y respecto a todo... a todos.
Puedo decir que soy objetivamente una persona feliz, o debería serlo, supongo.
Hace tiempo que me acostumbré a vivir con poco, en el banco por lo menos. Ese es mi mayor problema. O era, no sé.
Te tengo, me tengo, y nos tengo, aunque lejos.
He tomado decisiones, unas mejores, otras peores; según se mire, y sobretodo, según quién mire; desde luego.
He aguantado chaparrones, juicios de valor (los más duros, sin duda, los míos propios) y he decidido a quién quiero querer, lo mucho que quería (aún sin querer saberlo), quien quiero seguir queriendo (a pesar de los pesares, aunque la reciprocidad me la cargara yo misma, así, de repente) y a quién hace tiempo debí dejar de intentar querer.
De repente entendí el significado del verbo asumir, que tanto odié (me pegó fuerte en la cara, materializándose en forma de realidad), estoy trabajando duro con el esperar (nada concreto, es lo que más cuesta), y por momentos solo pienso en pedir... perdón, obviamente (agachar la cabeza, como se le quiera llamar).
No sé qué hacer, cómo actuar, a quién preguntar, cómo no perjudicar, cómo no sufrir, cómo no explotar, cómo aguantar, ...
No tengo ni idea.
De repente me he encontrado con una realidad de mí misma que al principio me asustó, que no reconocí como propia, que me desbordó en definitiva.
Supongo que no reconocerse, no saber, no controlar, no actuar conforme a lo que te has querido autoimponer, seguramente de manera equivocada, y ver cómo las circunstancias caminan delante de tus propias reacciones; verte a tí misma desde lo alto de una nube (de esas negras, de tormenta) y ver como tú, perfecta en comportamiento, hasta la fecha (esa fecha y al menos a los ojos del mundo), racional, moral, segura, incluso fría... a veces ... de repente pinchas. Fallas, y es algo grave, además. Escogiendo, por primera vez quizá; y en contra de tus predicciones (que nunca te fallaron antes).
Viva, como por arte de magia, o por efecto de un maldeojo; aun no lo tengo claro.
Me reconozco en mi piel, en el espejo. He dejado de tener miedo. Y siento lo que me pasa alrededor. Y escuece, me duele. Me duele! De verdad, por fin.
Quiero, y mucho. Y siento que respiro y siento que me ahogo, no sé en qué cantidad una y otra. Siento lo que gané y siento lo que perdí.
Y sólo pienso que es real. Esto es real, como me susurras bajito.
Y hago planes, te quiero, y te odio, me duele y me ahogo. Y ahora solo quiero besarte. Revivir historias historias de viajes, coches, quilómetros,... inventar cuentos de ritmo, llaves, vinos, lunas, ... y todo a la velocidad de la luz. No mejor, a la velocidad del viento. Del que te abre las ventanas de madrugada.
Y sólo sé que no sé nada no?? Pues eso...
1 comment:
guau nena.. menuda autoreflexion..(creo que yo necesitaria una de estas)
Fuera miedos y dolores, y sigue lo que dicta tu corazon (que parece mucho :D)
mua guapa
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