Tengo ganas de que Madrid se convierta, de vuestra mano, en cualquier lugar. Un viaje a ninguna parte con esos trocitos de mi vida, un viaje con vosotros a no importa el lugar. Caxitos de mi que se convierten en cafés, cervezas, risas, lágrimas, ...
Caxitos de mi vida que me acompañan una vez más, cómo si alguna vez hubiera podido dudarlo, como si alguna vez no os hubiera llevado conmigo, escondiditos y protegidos en el caminito que intento dibujar; en parte a vuestro lado, en parte yo solita.
Y la ilusión de la inminencia de lo que está por llegar. Una semana para fantasear con los bocadillos de calamares que la Nena quiere comer uno detrás de otro, con aquél personajillo que afirma no ir a probar el agua en todo el viaje y subsistir a base de quintos y medianas, y con la fantasía y el calor que desprenderá seguro la niña-coche -que despistada como siempre, se acaba de llevar una sorpresita; un problemilla de fechas-. Para imaginar, los caxitos y yo, el curioso funcionamiento del hostal-gay que nos aguarda con las puertas abiertas de para en par y una bandera de colorines cubriendo media fachada, y pensar que porquerías meteremos en la bolsa de supervivencia -yo voto por la napolitanas y los cacaoloats, siempre recurridos-, jajajajajajaja
Por los Caxito de mi corazón, por los gays y por las posibles cogorzas de cerveza, resacas varias - y, segurísimo de diferentes tipos-, y por esas enfermedades infecciosas que puede, podamos pillar tan a gustito. (ya se sabe, sarna con gusto, ...)
Por nuestro mundo, y por un viaje a cualquier parte.
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