Y de nuevo salió el sol hasta las 7 de la tarde, y llegó el mediobuentiempo y el etres académico.
Redescubrí porque la lengua inglesa nunca se me resistió, y miraré hacia esos paisestanbajos con el recelo y la ilusión del que nunca salió del huevo.
Y como llegó el mediobuentiempo empezaremos a salir de nuestras casas como los osos de las cuevas y ...
llegaran los día como mañana en que volveré a preguntarme si somos de una tierra extraña, a la que le gusta comer cebollas pequeñitas porque sí y sin más, compitiendo por ver quién es capaz de mancharse menos de ceniza mientras las sumergimos en una salsa que nadie acaba de saber muy bien como se hace, y que habrá fabricado alguna madre amantísima y caritativa que pensó que no estaba bien que nos empachásemos a cebollas sin más.
Y a media tarde, cuando llevemos tropecientas horas jugando a algún juego de cartas que alguien le contó a algún primo del amigo de un colega, con el estómago macerando una mezcla genuina de 600 minicebollas y unos cuantos litros de cerveza, alguien se preguntará qué coño es lo que nos tanto nos encanta de estar ahí sentados oliendo mal y riendo sin parar; y entonces me responderé a mí misma que lo que me encanta de la situación es saber valorar que puedo vivirla.
Vos estimu
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