Y de repente, empecé a verlo todo desde lejos, mi vida desde la barrera, como si no fuera yo la que la estuviera viviendo, como si siempre hubiera pensado que los sueños jamás se cumplen; como si ahora me diera miedo volar en la dirección adecuada.
Y tal vez sea que la mediocridad de mi rutina medio escogida medio inducida, fuera, de repente más cómoda que poder llevar a cabo ya las decisiones que tomé hace tanto tiempo.
Y miro a mi alrededor y todo parece haberse detenido pero yo, que no puedo dejar de soñar despierta, aterrorizada por los cambios, pero con la convicción de que necesito respirar otros aires para no morirme ahogada, me miro de nuevo desde arriba y decido no dejar de correr...
Ahora puede que la caída sea desde las alturas.