Cansada de escucharme,
de hacerme escuchar,
y de que me escuchen.
Cansada de pensarme,
de hacerme pensar,
y de que no me piensen.
Cansada de quedarme quieta,
de suspender en el tiempo a los que hago escuchar,
y de pensar en quién no me piensa.
Cansada de estudiar una historia en la que camino siempre sola y a contracorriente.
Cansada ya de hablar de nadie, de recordar lo que nunca nació y de echar de menos lo que nunca tuve.
Aun cansada, retomaré el camino sabiéndome, de nuevo, siempre, sola.
Porque nunca temí a la soledad, sí viví aterrorizada una ilusión de nada